lunes, 29 de octubre de 2007

Apesta

En Culiacán, la contienda electoral a la alcaldía, parecía más que otra cosa, una burla a la memoria.
Por eso nadie votó.
Todos sabíamos quien iba a ser el "ganador".
"Hemos" elegido para presidente municipal a un hombre que todos los días invade a Culiacán, aveces al amanecer y aveces al atardecer, de un fétido olor a muerte.
Y no es metáfora. Dice el rumor popular que es la quema de vísceras y huesos de la industria de su carne.
Pero tiene todo el derecho de hacerlo. Genera empleos.

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